
Si por algo se caracteriza la provincia de Alicante es por ofrecer una gran cantidad de alternativas en lo que a turismo de interior se refiere. Un buen ejemplo de ello es Guadalest.
Un pueblo anclado en esta provincia bañada por el Mar Mediterráneo, de apenas 200 habitantes y que tiene unas características que lo hacen único. No en vano, una vez allí, y esto le ha pasado a algún que otro compañero nuestro de Victoria Cars, creerás que habrás vuelto a la época medieval.
Vamos a conocer algo de su historia
Seremos breves. Para conocer el origen de este rinconcito hay que retrotraerse al siglo XI. En ese tiempo, en plena época musulmana, se construye la Fortaleza de Alcozaiba alrededor de la cual se instalará una gran cantidad de ganaderos y agricultores.
Posteriormente, en el siglo XIII, Jaime I lo incorporará al reino de Valencia. A partir de ahí, a lo largo de los años, han sido varios los episodios importantes los que aquí han trascendido pero la pertenencia ya no se movería de la propia Comunidad Valenciana.
¿Qué quieres ver en Guadalest?
Parece mentira pero en tan poca extensión son muchas las cosas que puedes ver. Por eso, sin más dilación, vamos a comenzar nuestra particular ruta.
Disfruta de las vistas del valle de Guadalest
Su ubicación privilegiada hace que sea posible contemplan, en todo su esplendor, este espectacular valle. Un conjunto de montañas en el que destaca la Sierra de Aitana y que es una manera única de desconectar del mundanal ruido de la rutina diaria.
Además el valle de Guadalest es una excusa perfecta para todos aquellos senderistas que quieran estar en contacto con la naturaleza durante su ruta.
Las murallas del Castillo
Como no podía ser de otro modo, todo lo que tenga que ver con el Castillo de Guadalest, es susceptible de ser contemplado. Sin embargo, en Victoria Cars, porque así lo atestiguan nuestros compañeros, creemos que las murallas merecen una mención aparte.
Construidas por los musulmanes estas murallas de roca eran una defensa natural ante posibles ataques enemigos. Un conjunto de rocas que todavía se conserva en muy buen estado a día de hoy y que dan buena cuenta de la ingeniería de la época.
El extenso patrimonio de Guadalest es todo un lujo
Aquí queremos hacer una parada un poco más larga. Y es que si bien es cierto que el Castillo es el principal atractivo de Guadalest, no es menos cierto que en este pequeño pueblo podemos encontrar otros lugares dignos de visitar.
- La Casa Orduña. Esta casa, datada en el siglo XVIII perteneció a la importante familia de los Orduña. Con una decoración algo más actual, concretamente del siglo XIX, vamos a poder disfrutar de una gran colección de cerámica así como de un mobiliario de gran valor cultural.
- La prisión. Hay que remontarse al siglo XII para encontrarnos con esta prisión. Un emplazamiento que se encuentra justo debajo del Ayuntamiento lo que le confiere una historia digna de ser conocida.
- La iglesia parroquial. Como no puede ser de otro modo, cualquier pueblo que se precie de tener un fuerte contenido histórico y cultura, la iglesia es uno de los lugares de obligada visita. En este caso concreto nos encontramos con un templo dedicado a Nuestra Señora de la Asunción del siglo XVIII. Eso sí, llama la atención el estilo sencillo con el que se construyó.
Empápate de su cultura e historia en sus museos
Otro de los motivos por los que visitar Guadalest no es otro que el de poder visitar sus museos. Unos museos que no tienen nada que ver con la concepción grandiosa que tenemos. De hecho, en este caso, nos vamos a encontrar con museos mucho más modestos que tienen más que ver con las curiosidades del lugar.
- El primero que llama la atención es el Museo de los saleros y pimenteros. Un emplazamiento que reúne más de 20.000 piezas de este tipo.
- Antonio Marco, artista murciano de gran renombre en la región, también tiene su propio museo. Un lugar en honor a su fallecimiento y a la obra repleta de belenes y de muñecas.
- El Museo de la bicicleta también puede ser otra razón para dejarse caer por Guadalest. Un lugar en el que hay 60 modelos muy peculiares ya que fueron de los primeros que se fabricaron.
No obstante, y a pesar de todos los rincones e ideas que os hemos dado para visitar, hay que decir que no hay nada como caminar por sus calles. Dejarse llevar por su encanto y no tener prisa a la hora de contemplar todos y cada uno de sus detalles.
Una visita que puede servir, además de para conocer este lugar, para relajarse, para pasar una extraordinaria jornada con amigos o familia y de volver a nuestro día a día con la energía completamente recuperada.